viernes, 14 de febrero de 2014

Breve carta a quien me da felicidad.




A la que me da felicidad: 

Nunca he sido muy dado a dedicar mi pluma a alguien que no fuese yo. Tampoco a contribuir a la feria "del día del amor". Pero tampoco te había conocido.
Es inevitable no contagiarse de la alegría que irradia el sol que acaricia mi piel y que hace lucir la tuya como el caramelo más dulce hecho por la naturaleza. Es inevitable que las partículas de las que se compone el aire tejan a su antojo el clima ideal donde crezcan tus miradas y nuestras sonrisas.
Ya ves, no tengo dinero ni lujos. No presto atención a lo material porque no estoy acostumbrado a tenerlo; pero tampoco estoy acostumbrado a tenerte, y a ti si..; te presto más que atención.

Porque en esta vida larga donde tanta veces nuestra compañía son las lágrimas y nosotros mismos, tu eres mi mayor regalo. Porque hoy te ofrezco lo único que te puedo ofrecer como regalo y que ya tienes: a mí.
                                                                                                         
                                                                                            
                                                                                                               J.M Sabater
                               

lunes, 27 de enero de 2014

Firmando sonrisas




Pongamos que hablo desde el silencio
desde el puro sentir sin sentido.
Pongamos que pongo lo que dispongo,
un corazón en llamas, un beso lento.

Supongamos ese corazón sobre la mesa,
supongamos una mirada y ya está.
Recordemos una ciudad y dos copas,
un cigarrillo, una servilleta y sonrisas.

Pongamos que quiero quererte, y quiero,
que el pecho hinchara de tus miradas,
que todo fuese un mundo de hadas.
Que sepas que con un te quiero firmo:

          Conmigo tus risas, gozo de tu compañia,
mis labios lamiendo tu álito
tus abrazos, colchones de felicidad
y tus ojos frente los míos; pura electricidad.



sábado, 16 de noviembre de 2013

Sol(y)edad.


Tiene mi edad y cada día ella es más joven y yo mas viejo. Cada día más arrugado, horrorizado cuando contemplo el espejo y comienzo a atisbar en mi rostro los estragos con los que el tiempo nos va marcando; la noto alrededor danzando, gozando de la libertad de pasearse por mis adentros removiendo a su antojo todo lo que fue y ya no existe, todo lo que es y no me deja ver, todo lo que será y que ahora no puedo contemplar.

No le importa como vestirse, ni moverse, ni si se ve guapa o fea. Soledad en ocasiones tiene una gran cabellera rizada, en otras ocasiones viste esa sonrisa que cada día me cuesta reconocer más; A veces se recuesta en una cama que ya no uso y donde se desperdiciaba pasión por vicio. Y ya ves, me recuerda que el amor es cosa dos, que con ella el cupo esta cubierto....Y yo sin mirar vierto en mis adentros algo que me haga olvidar. 


Porque últimamente, mis ojos son dos hielos; mi cuerpo cristal, y mi sangre liquido para limpiar voces que son coces a mi estómago y dramas que paren claros en mi sien. Porque mi aliento se alienta con humo, sin evitarlo fumo y consumo inconsciencia voluntaria como forma de eutanasia momentania. Porque Soledad viene, para amar tan fuerte que te puede ahogar; para mirarte y cantarte una nana que nadie más vendrá interpretar. Porque es ella, porque soy yo. Porque a falta de amor queda costumbre, y falta de sonrisas, vivir esperando Sol(y)edad.

lunes, 15 de abril de 2013

Naufrago en el desierto.

Entre la luz de las farolas, el aire cálido se deja sentir en la piel. Como siempre, caminando, buscando respuestas, buscando algo. Sin embargo, la  magia de otro lugar se hace sentir en mi mente y la noche adquiere ese cariz cálido y mágico de otro tiempo. Como ayer, los mismo miedos pero.....¿y esa gota de pasión concentrada cuando la nocturnidad es compartida?
Me hace recordar. En el mundo gris donde habito no todo ha sido tan oscuro y aún en la mente visiono fragmentos de un film que ya acabó y donde nunca fuí el protagonista. 
Ahora, atacado por la prisión de la exigente primavera, el Mar vino a mi, lo mire y sus grandes ojos azules me llenaron. Y se que en ellos me dejaría ahogar. Pero, ¿cómo describir el tambaleo y el vértigo que impone la vida? Como la hoja en otoño que es azotada por el viento, me veo agarrándome bien a la nada.
Ahora, quizás repita guión en un remake del drama vivido, aunque me da que hay otro guión "no tan alegre" como el anterior, sin mar, ni arboles, ni nada...¿Título? Naufrago en el desierto.

martes, 9 de abril de 2013

Mochilero en la Mente: la melodía y el puente a Ávalon.

Las notas hilaban hermosos tapices con los que decorar su mente y su existencia. Apuraba su café, mientras cazaba ensoñaciones y las ensoñaciones le acunaban. ¡Era un baile de salón en su habitación!. Un hermoso lento con la propia melodía, con Nocturno. Chopin le regalaba la posibilidad de elevarse a las alturas donde sus pensamientos pedían un baile a la musicalidad.
Caló profundamente el cigarro, levantó la vista hacia la ventana. Al son de un trágico acorde se dió cuenta de que el baile había acabado. Que Soledad le miraba con reproche por haber fluido a aquel plácido lugar sin ella.
Miró alrededor, un último cambio de tempo lo exilió del todo a su existencia, fría como el hielo. Soledad quiso abrazarle....y lo hizo; convirtiendo el frío en escarcha. Haciendo temblar su cuerpo. Con su mirada invisible le quiso decir "no llores"; y con su glacial presencia congeló las lágrimas de aquel desgraciado que había caído de su cielo edificado al infierno tangible y cotidiano que tanto le ahogaba.
La prole musical de Chopin continuaba su narración. ¡No podía ser!. No quería estar allí, quería viajar a aquel lugar donde no había nadie. Donde ni tan siquiera estuviese Soledad para recordarle, que en efecto, no había nadie más...
Cogió un cigarrillo, ya hecho, que escupía blancura espesa. Lo prendió. Con cada calada, la blancura compuso una gran niebla que nubló todo alrededor. Pese a que los ojos le escocían, vislumbró un puente. ¡Era el atajo que tanto ansiaba al baile que orquestaba la prole de Chopin! Con pasos cansados se dirigió hacia el monumento de piedra que conducía a su Ávalon particular. A mitad de camino, en aquel intimo puente, se volvió, escuchando cada vez más potentes las sentidas notas de piano que aliviaban su alma. Sabia que volvería...pero también sabia que ya había cruzado la frontera. Que aunque volviese, parte de él se quedaría en Ávalon. Que ese viaje de escapatoria momentáneo venía con una tara fatal. En efecto, ahora tenía un nuevo refugio y una nueva amante: Locura.

viernes, 29 de marzo de 2013

Había amanecido sin duda (La otra Cara de la Moneda II)



Se sentía la ausencia. La inquina de la nada que rodea la cabeza. Sentía la respiración. Frente al espejo, casi como un medium consciente de una realidad paralela, lo era yo de la mía  A mi alrededor crecía una profunda angustia, deformando la realidad, los hechos e ideas hasta el horror más potente, condicionante y coactivo que pueda atenazar una cabeza y un estómago.
Sobre el lavabo se apoyaban mis brazos; me incliné hacia delante, preparado para la lucha. ¿Como luchar contra lo que no se puede tocar? ¿Cómo hacer frente sin esperanza a lo mismo que te la arrebata? ¿De dónde las fuerzas si no te permite, ese monstruo, alcanzarlas? ¿Cómo hacer frente?
Me estaba mirando fijamente, al igual que yo; el reflejo, el otro lado que nos aterra...Me estaba mirando porque yo le sostenía la mirada. Me atacaba con un todo detrás. Un todo que  se compone de una vida, con todos sus aspectos que para otros son atractivos....solo...que es la otra cara de la moneda.
Los hechos que fugazmente me mostraba eran convertidos en sentimientos, sin por qué, ni como, ni cuando. ¿Cómo combatirlo? La celeridad con lo que ocurría todo me impedía reaccionar, ahora estaba polarizado por ellos, esos sentimientos. El ataque maestro, la táctica perfecta. No podía remediar lo que no se podía contemplar con claridad. Estaba polarizado y no se me permitía a nivel inconsciente salir, ni buscar remedio. No podía vencer. 
Como si el reflejo hubiese trascendido su dimensión en el espejo, sacando un brazo que me es tan familiar y en ese instante repulsivo; atravesó mi torso, constriñendo mi estómago y mi corazón con su mano que no entendía de razones o compasión. No dolía, pero un gesto que creaba mas arrugas en el rosto del reflejo de las que nadie puede imaginar en su homónimo tangible, compuso un gesto compungido, cansado, dolorido y triste.
-"Me voy de aquí"- Es todo lo que pensé. Huir, no había más salida. Parecía haber pasado todo. -"¿Habré ganado?"-
Hice el esfuerzo de ser sincero cuando me percaté que no sonreía, que no había vida en mis ojos. Había pasado un ataque, eso era todo. Un ataque con éxito, aunque me dejase lamer las heridas en una bohemia empujada, obligada y diaria. Esa que  no se embellece con la poesía, que no goza de la libertad pues mi decisión estaba y está limitada por el otro la do de la moneda. Lo único que sabía y sé, es que podía y puedo luchar, buscando modos cuando escapase de ese reflejo que me convertía y convierte en un Mister Hyde encantador en algún momento, melancólico...aterrador en ocasiones. Me quedaba y queda la esencia de la bohemia obligada, que como citaba el maestro Patxi Andion: "La bohemia es tener los cojones de mear donde los demás lloran". Con esta frase mi gesto se endureció  adquiriendo un ligero aire imperceptible de cansancio. Encendiendo un cigarro para unos e insatisfacción para mi. El rostro se torno piedra, inexpugnable donde nadie, ni nada, ni siquiera yo sabia lo que ocurría detrás de él salvo la otra cara de la moneda. 
En una realidad deformada con el ácido del terror y la apatía, y en la común e individual para los demás, eran ya las 8 de la mañana. Había amanecido, sin duda.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Filmando entre adoquines y miradas.

El bullicio propone la tentativa del viaje al interior. Al monólogo intrincado, interno que prevalece sobre el exterior, al que recibimos vacío de fuerza e interés. Sería bonito, romántico, hablar de lo único, reposado, que te vuelve la reflexión; aunque esto es divagación, la que acecha disfrazada de razón. La que oculta los problemas, las cuentas pendientes, las promesas olvidadas o la ruptura de los propios principios.
La masa se mueve, vive, respira. Cada miembro con una vida, intereses, sonrisas. Sin embargo, me veo obligado a deslizarme entre ellos, expectante y distraído  esquivando y caminando en silencio, casi participando en una danza urbana.

A modo de película todo se convierte en un decorado donde cada vez soy menos consciente la humanidad que habita en cada persona, cosificando el gentío en el espacio obtuso y fugaz que capta una mirada. A modo de película  una melodía me atrae, cada día se reinventa en forma de un sensual saxofón, en melancólica trompeta o en una ágil guitarra vagabunda que conforma la banda sonora de un film con guión y guionista fracasados.

La trama ha perdido encanto e interés, al igual que su escritor. Quien casi reza para que el amor a lo desconocido, a la belleza, le hagan encontrar nuevas formas a la vida pintada con despasionamiento. Para encontrar el prisma del artista que halla los colores apropiados para su lienzo, embelleciendo y dando forma a lo que ve. Aprender la formula alquímica vital, que permita vivir, no sobrevivir. La que ensalza la vida en el autodescubrimiento planteando la existencia como aventura; que como en todo lo impulsado por la pasión componga una historia, la historia de una vida. La del guión aditivo, la que se podria resumir en una sonrisa y explicar en una mirada.